Revisa la columna de opinión de la nueva Directora del CEPR Diana Kruger, sobre la relevancia de la salud mental y la primera infancia.
El Gobierno, en sus primeros meses, ha puesto la primera infancia dentro de sus prioridades. Es una buena noticia, ya que es en ese período en el que se adquieren las habilidades, tanto cognitivas como no-cognitivas, que sientan la base para el desarrollo futuro del niño. Existe amplia evidencia sobre el impacto positivo de las políticas públicas orientadas a este período de la vida —apropiadamente diseñadas y ejecutadas— en diversos resultados futuros. La evidencia internacional muestra que la inversión en infancia temprana, entre otras cosas, aumenta los logros educacionales en la etapa escolar, lo cual a su vez amplía oportunidades laborales, y también reduce comportamientos de riesgo, como embarazos adolescentes y conductas delictivas. Entonces, para el diseño efectivo de políticas públicas enfocadas a la primera infancia, se vuelve relevante analizar los factores que afectan el desarrollo infantil temprano. Algunos de ellos son el entorno del niño, como características en su hogar, el acceso a establecimientos de cuidado infantil y educacionales, así como el acceso a servicios de salud. Respecto a este último, sabemos también que el estado de salud de la madre durante el embarazo tiene un efecto en la salud del niño cuando nace. Pero no sabemos tanto respecto del rol que juega la salud mental de la madre en el embarazo. En un estudio reciente encontramos que, si una madre es expuesta a altos niveles de estrés durante su embarazo, esto afecta negativamente la capacidad del niño de desarrollar habilidades cognitivas y aumenta sus problemas conductuales en los primeros tres años de vida. Chile es un país con alta incidencia en problemas de salud mental, particularmente entre mujeres. A pesar de la larga historia de políticas de salud pública orientadas hacia la salud física de las madres y sus hijos en el período prenatal, el Estado está al debe en la cobertura de problemas de salud mental. Nuestros resultados indican que la salud mental en el embarazo juega un rol crucial en el desarrollo de los niños. Por lo tanto, las políticas públicas orientadas a mejorarla —tanto en la población general como en particular en mujeres en período gestacional— deberían ser también una prioridad en la agenda de primera infancia.
Revisa la publicación aquí